Vivimos en mundo acelerado, donde la inteligencia artificial facilita procesos y las redacciones corren detrás de cada "trending topic" que haga lograr más clics. Pero hay algo que poco a poco se ha ido diluyendo en o que ofrecemos a las audiencias: el impacto emocional de los contenidos.
En esta entrega de Hablemos Editorial, reflexionamos sobre la importancia de regresar al origen: informar, educar y emocionar. Porque la verdadera influencia ocurre cuando una historia toca fibras humanas. Un lector que ríe, llora o se indigna con tu contenido no solo lee: comparte, regresa y confía.
Imagen: Dall-E
Un contenido informativo cumple con su función: dar datos, explicar hechos, entregar contexto. Uno viral entretiene y busca amplificación rápida. El breaking news satisface la necesidad de estar "al día". Pero ninguno de estos, por sí solo, garantiza que el lector sienta algo. Sin emoción, la información se consume y se olvida. Por más tecnología que nos rodee, somos seres emocionales.
La emoción convierte una nota en experiencia. La esperanza, la indignación, la ternura o la tristeza activan un recuerdo, generan conversación y fortalecen la relación con la audiencia. Si bien estamos saturados de ruido digital, los textos, videos o podcasts que despiertan emociones se convierten en referentes, porque hablan al corazón, además de la mente.
No se trata de una tendencia reciente. Desde el inicio del periodismo, las grandes historias se recuerdan porque tocaron fibras sensibles. Lo que cambia hoy es el medio y la velocidad, pero no la necesidad humana de sentir. Volver a este principio no significa renunciar a la innovación, sino integrarla con un enfoque más humano.
Casos que inspiran:NYT Opinion ha logrado que piezas editoriales y columnas de análisis no solo informen, sino que provoquen debate social y empatía. Su clave está en combinar datos con narrativas personales. En la misma línea, la columna Modern Love demuestra que historias íntimas y bien contadas pueden trascender el dato y convertirse en fenómenos culturales, capaces de generar identificación global y extenderse a otros formatos como libros, pódcast y series.
BBC StoryWorks explora la emoción como herramienta de storytelling, incluso en contenidos patrocinados, demostrando que la conexión emocional es posible sin perder rigor.
En Latinoamérica, proyectos como "Volcán en Vivo" de La Nación (Costa Rica), que transmitió en tiempo real la erupción del Turrialba, generaron asombro y un vínculo colectivo al mostrar la vulnerabilidad compartida frente a la naturaleza.
Redacciones como EL PAÍS han apostado por secciones de historias humanas y perfiles que se leen no solo por el dato, sino por la experiencia vital que transmiten.
- Ir más allá del dato: cada pieza informativa debería responder también a la pregunta: ¿qué emoción despierta esto en el lector?
- Incluir voces humanas: testimonios, citas o relatos personales convierten un hecho en una experiencia compartida.
- Diseñar narrativas visuales: imágenes, video y audio deben elegirse no solo por ilustrar, sino por transmitir una emoción.
- Equilibrar la inmediatez con la profundidad: una nota de última horapuede complementarse con una historia humana publicada horas después. ¿Qué impacto tuvo ese suceso en la comunidad?
- Formar a los equipos en conceptos como storytelling: técnicas narrativas que privilegien empatía y conexión.
- Observar métricas cualitativas: no todo es clics o vistas; leer comentarios, ver qué contenido se compartió y analizar la conversación que se genera es clave para medir impacto emocional.
- Diversificar emociones: no todo debe ser indignación o tristeza. También caben la esperanza, la inspiración o el humor inteligente.
¿Y si la próxima apuesta no fuera solo ganarle segundos a la competencia, sino recuperar la capacidad de provocar emociones reales?
En Tresite creemos que ese es el camino para medios que aspiran a seguir siendo relevantes en un mundo dominado por la velocidad y la IA. ¡Consúltanos sin compromisos!